Mi tía Conchita fue como un halo de luz era tal su velocidad que difícilmente podías verla sentada sus espejuelos a media nariz y su mirada penetrante hacía que su bondad y su sonrisa se deslizara sin notarlo hasta abrazarte el alma una mujer tan elegante y servicial contaba con la bendición de dios así durante muchos años se esmero en cuidar a su enferma y demente madre ya deteriorada por los años Juana se llamaba y no avisaba de sus necesidades fisiológicas que Conchita tenía que limpiar más de tres veces al día en sus manos se notaba el deterioro de su piel curtida por jabones sobresaturados de sosa caustica y el propio amoniaco del orine acumulado, detrás de cada lagrima de pesar por no sentir apoyo de otras personas se le escapaba una sonrisa de satisfacción por el deber cumplido de atender a su madre que en el cielo debe estar bendiciéndola todos los días y asi la muerte de Juana fue un descanso parta ella quien combatió el dolor inmortalizándola en una retrato que presidia su salón y al que todos los días le daría los buenas jornadas una imagen que perpetuo en su corazón.
Una tarde se entero que yo estaba ingresado en un habanero centro de salud y que mi vida corría peligro fue tal su desesperación que no atino a otra cosa que correr a mi encuentro y allí asumió el papel de madre con sumo esfuerzo y devoción notándose en su rostro el sufrimiento por lo que pudiese pasar tantos kilómetros en bus y andando fueron pocos para que mantuviese la higiene de mi ropa y la comida caliente que no me faltaría toda una proeza a deshoras un sacrificio sin pedir nada a cambio solo la recompensa del reconocimiento familiar y la satisfacción de hacer el bien unos meses después compartiríamos una navidad juntos y había que ver con que orgullo sacrificó el mejor de sus pollos y lo sirvió entero en la mesa un guiso hecho a mi honor y aún siento la voz de esta personita feliz repitiendo una y otra vez, come pedritin,. Así era ella tan especial que acogía en su a casa cualquier visitante fuese familiar o no sin importarle horarios ni cantidad de comensales encendía su fogón y mientras cocinaba te hacia una de sus historias que aunque pareciesen delirantes le salían del corazón y las disfrutaba como si estuviese viviéndolas en la realidad esta era la manera tan peculiar de mi tía Conchita de ser feliz y trasmitir a los demás esta satisfacción y ejemplo de vida armoniosa por este motivo siempre la pondré como ejemplo de.. la hospitalidad y tenacidad de una tía amorosa