Para adentrarnos en esta escabrosa problemática tenemos que ir atrás en el tiempo a conocer la génesis de nuestra religión. En el siglo V a.C. en la región de Nok en África comenzó la fabricación de cabezas primeramente como representación material de la vida del sujeto. Con el decursar de varios siglos entre el I y el VI d.C. se produce una expansión de la cultura de las Nri, cabezas, al resto de los pueblos de la zona subsahariana como Oyo, Egbado, Ife y Nagos entre otros. La mayoría de nuestras historias ubican a Obatalá como el Orisha primigenio, analizando su nombre por partes nos encontramos con Oba (rey) Ata (poder de la palabra) y Anla (iluminado) por tanto significa ¨El rey con luz sabia en sus palabras¨. No es difícil entender el significado que tuvo este personaje como cabeza de tribu y el poder de su mente reflejada en el poder de la palabra. Con el paso del tiempo este culto a los líderes, personas con determinadas dotes militares o de inteligencia que llegaban a ser cabezas tribales, se extendió a otros pueblos así que en Abeokuta se hacía Yemaya u Ogun, en Yelwa a Yewa, los Egba eran iniciados en Elegba, los de Akposo en Shakpana, los residentes en Takua profesaban a Oya, en Oyo a Shango y en Oshogbo sus miembros eran iniciados en Oshun y así sucesivamente. Estas regiones estaban constituidas por un número pequeño de habitantes nunca fueron pueblos numerosos.
A finales del siglo X llega a la región Oduduwa, especie de príncipe desterrado con su sequito, del Bajo Egipto o de la Meca, quien viene con una religión politeísta en la que se mezclaban la geomancia y el Iching chino posicionándose en Ile Ife donde comienza el negocio de la cría y compraventa de caballos lo que trajo prosperidad a la región. Este personaje estudió por un periodo de alrededor de 52 años los cultos de las aldeas vecinas integrándolos al culto de Ifa que traían e inicia a sus nietos en sus secretos para colocarlos al frente de las tribus, por tanto, Ifa tal y como lo conocemos hoy surge con un objetivo de ejercer el poder socio-político por tanto, ni mujeres ni afeminados podían acceder a él, por no considerarse aptos para encabezar guerreros, y por otro lado es una amalgama de conocimientos apropiados a los pueblos sobre los cuales el imperio yoruba, establecido en Ile Ife, ejerció su supremacía.
La llegada de esclavos a Cuba fue escalonada primeramente aquellos que no tenían ninguna iniciación y por tanto carecían de posición en la tribu, después llegan olorishas, o santeros como los conocemos hoy y después los babalawos, culto este que se instaura en ciudades. Es oportuno aclarar en este punto q los babalawos iniciados y muchos de los santeros que llegaron a Cuba producto de la trata esclava venían con medio asiento, o sea santo lavado.
Al llegar a Cuba los olorishas tuvieron que adaptarse a las nuevas condiciones de vida, de cultura y territoriales, ya no había separaciones geográficas entre pueblos pues todos eran esclavos de una misma dotación, no había jerarquías reconocidas por sus amos, tenían que ocultar sus creencias detrás de las de los colonizadores y peor aún se tuvieron que mezclar individuos de diferentes etnias y cultos entre ellos, incluso con hombres blancos.
Al conseguir su libertad por diferentes procesos, retoman con fuerza sus costumbres religiosas y se llegan a concilios, los santeros empezaron a entregar canastilleros, o sea una batería de santos acompañantes al Orisha tutelar o ángel de la guarda, entre babalawos y santeros, se instaura la necesidad de que para iniciarse en Ifa la persona debía lavar o hacer santo. Todo este proceso no fue de golpe y se debió a las nuevas necesidades imperantes de salvar sus creencias entre personas de etnias diferentes, primeramente, y después transmitirla a los criollos para que perdurara. Todos estos acuerdos se fueron instaurando poco a poco como una obligación. Las diferentes casas santorales al estilo de las antiguas tribus establecieron sus políticas, así que en algunos lugares por ejemplo Chango debía coronarse y los santos guerreros se lavaban, para que el individuo pasara a Ifa, y en otros se le preguntaba a Orula. Este último fue reconocido como supremo adivino y testigo de la creación y aquel que, por no tener hijos, sería el encargado de determinar el ángel de la guarda de cada persona argumento este ideal para salvar la situación de la mezcla territorial y de etnias.
Pero la práctica es el criterio de la verdad y en la vida real los tabúes establecidos en algunas casas santorales han resultado de la animadversión ante los babalawos, causada o no por estos, pero sin sustento real pues en el cuarto de Ifa confluyen tanto iniciados con santo lavado como con santo coronado sin que eso sea un obstáculo para que se conviertan en sacerdotes de Ifa. Sin embargo, quien tiene santo lavado y no consigue consagración mayor queda en un limbo religioso donde no puede oficiar como santero y menos como Awo Orunmila.
Por otro lado, se comprueba en la realidad que un número amplio de babalawos con santo varón lavado le cuesta más dominar la liturgia de Ifa que aquellos que lo asientan, cosa que no pasa con aquellos que tienen un medio asiento de un santo femenino, por último, desde el punto de vista monetario es menos oneroso lavar un santo que asentarlo.
Mi criterio personal y el camino más recto, sin tergiversaciones mal intencionadas es que la persona se inicie en la vida religiosa recibiendo Mano de Orula, como genéricamente se conoce las iniciaciones de awofaka para hombres o ikofafun para mujeres y ahí se pregunta por su ulterior vida religiosa si la persona debe dedicarse al espiritismo, santería, ser un simple devoto o si debe lavar o coronar santo para pasar a Ifa, si no existiese otro impedimento, con independencia de los criterios que existan al respecto.